Opinión

La nueva constitución chilena: cambiar todo para que no cambie nada

Vinicio Cerezo a Rafael Correa: "Los EE.UU. no reconocían que teníamos la capacidad de tomar nuestras propias decisiones, sino que querían influir"

Vinicio Cerezo a Rafael Correa: “Los EE.UU. no reconocían que teníamos la capacidad de tomar nuestras propias decisiones, sino que querían influir”

Los que admiraban tanto a Chile en las últimas décadas por su ‘baja corrupción’ del poder no solían ver que la esencia de la Constitución pinochetisa consistía en legalizar la brutal injusticia social como la base del modelo, así que los principales criminales no necesitan violar ninguna ley.

Frente a este hecho surgió una creencia ingenua, que para acabar con la injusticia en Chile casi bastaba solo con cambiar la Constitución y la rebelión civil ciudadana de octubre de 2019 como su principal demanda presentó el cambio de la Constitución de Pinochet, vía una asamblea constituyente. El cambio de la ley necesitaba como mínimo un proyecto social diferente y una organización ciudadana capaz de hacerse cargo de la transformación del país. Lamentablemente nada de eso se pudo lograr.

La vieja clase política encontró acuerdos con la pseudo-izquierda joven, en vez del bagaje cultural de la izquierda tradicional formateada por TikTok y Twitter, y en vez de crear un auténtico proyecto ciudadano, la antigua Constitución de Pinochet fue reciclada, reeditada y presentada en dos versiones: la de la pseudo-izquierda (fracasada en el referéndum del 4 de septiembre de 2022) y la de la derecha pinochetista (afortunadamente, fracasada ayer, 17 de diciembre de 2023). Por suerte, porque la “nueva constitución” en su última redacción parece una burla, iba a ser más neoliberal y pinochetista que la de Pinochet.

Es muy loco ver las estadísticas de opinión pública en Chile respecto a la nueva constitución. Más de un 78 % de chilenos en el plebiscito nacional del 25 de octubre de 2020 exigió reemplazar la Constitución de la dictadura por una nueva. Pasaron menos de dos años y el proyecto de la nueva constitución “más progresista”, que fue redactado después de una serie de acuerdos y compromisos entre los grupos políticos y bastante lejos de la idea inicial de una Asamblea Constituyente Ciudadana, fue rechazado por casi el 62 % de chilenos. Y este último texto, redactado y controlado por la derecha obtuvo un fulminante 56 % de rechazo.

El presidente ‘progresista’ suspira resignado y el viejo dictador sonríe desde su tumba. La ‘izquierda’ que desde hace tiempo no tiene nada de izquierda, aparte de sus banderas, nostálgicos discursos y héroes traicionados, sigue cumpliendo la misión que le asignó la derecha.

Una vez más, con todo y los errores que pueda cometer el pueblo eligiendo mal, sigue siendo más sabio que sus gobernantes.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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